Reflexiones fundamentales sobre la danza
Entiendo la vida como una gran danza de múltiples dimensiones en la que todo está en movimiento y en constante transformación: Tanto en el espacio más pequeño de las células como en los múltiples fenómenos de la vida en la tierra y en el gran espacio del universo.
Si trabajas con la improvisación como técnica de danza, como hago yo, aprendes que el movimiento tiene sus propias leyes. Aprendes que el movimiento puede estar en ti mismo, aparecer en otra persona, circular de persona a persona dentro de un grupo y desaparecer de nuevo tal y como apareció. Al igual que las cosas de la vida, están ahí, deambulan y dan vueltas, aparecen y vuelven a desaparecer del entorno.
La danza se compone de movimiento y de quietud. La alternancia entre momentos de movimiento y momentos en los que no se produce ningún movimiento visible se combinan de forma creativa a través de una presencia continua y una atención interior que engloba todos los momentos en un todo. En la danza, el movimiento está presente mientras fluye a través y por su propia onda. En algún momento llega a su fin cuando ya ninguna fuerza está dispuesta a alimentarlo y sostenerlo por más tiempo. A continuación, llega el siguiente movimiento, con su propia fuerza e intención y te lleva en su propia onda. La persona que baila puede decidir, al igual que tú mismo puedes decidir concretamente en cualquier momento, qué movimiento quieres poner en marcha y con qué fuerza e intención quieres darle vida. De este modo, se forma la propia danza, movimiento a movimiento, con la quietud, paso a paso, a través del cuerpo, en el espacio.
Cuando se baila, no se puede sujetar el movimiento. Cualquier intento de limitarlo o retenerlo fracasará de una u otra manera. El movimiento que forma la danza es libre y se desarrolla en las coordenadas del espacio y el tiempo. Naturalmente, se pueden grabar los momentos de una persona que baila y hacer un vídeo para volver a ver la danza más tarde. Sin embargo, la acción de la danza y el fenómeno físico de la misma sólo se producen cuando la gente baila concretamente en el tiempo y el espacio. Para mí, se trata concretamente de comprender lo efímero, la fugacidad de la danza a un nivel material físico. La danza no se puede sujetar. Si uno sostuviese un cuerpo que baila, impediría inmediatamente el libre movimiento del ser humano. Esto también haría que la danza ya no fuera posible. Pero partamos de la situación de que un ser humano está bailando y nada le impide bailar libremente. Todo movimiento dura lo que dura y desaparece en el plano físico y material, en cuanto el cuerpo deja de realizarlo.
Sin embargo, en el plano energético, la danza con su diversidad de movimientos es siempre existente e infinita, porque la corriente energética de la danza seguirá oscilando de forma imparable, o mejor dicho, seguirá vibrando, porque el tiempo ya no juega ningún papel aquí, incluso cuando ya no hay danza en lo físico. Cuando se baila se liberan impulsos que siguen trazando bucles en el espacio energético y continúan desplazándose. Esto significa que a nivel energético, los movimientos de la danza siguen teniendo un efecto y modifican y transforman el campo energético.
Si hay una clara intención consciente intrínseca en la danza, los impulsos de los movimientos no sólo tienen un efecto en el nivel físico y en el nivel energético, sino también en el nivel de la conciencia. Sin embargo, se necesita un componente muy esencial para que también tenga efecto en el nivel de conciencia: la intención enfocada y consciente. Sólo cuando ésta entra en juego, la danza funciona en los tres niveles. La intención consciente en la danza permite que los impulsos de movimiento actúen simultáneamente en los aspectos físicos, energéticos y de conciencia.
Lo que estoy describiendo aquí puede parecer obvio. Sin embargo, según mi experiencia, este aspecto no siempre es tan evidente. Aquí es donde reside el verdadero tesoro, donde se esconde el secreto y el potencial de la danza en el desarrollo evolutivo de la humanidad. ¿Por qué debería ser esto de central importancia? Porque el ser humano, por naturaleza, tiene la capacidad, cuando actúa simultáneamente en los niveles físico, energético y consciente del ser, de crear la realidad. Esta actividad creativa humana contiene aún más potencial y poder cuando se hace con creatividad, de modo que la actividad creativa-espiritual puede impregnar los tres niveles. Ahí es precisamente donde reside el mayor don y poder de acción del ser humano.
La danza nos lleva de la mano hoy tal como lo ha hecho a lo largo de la historia de la humanidad, para disfrutar, ejercitar y perfeccionar precisamente este don. De este modo, esta capacidad puede fluir de forma natural hacia todas las demás actividades y también impregnar la diversidad de la actividad artística.
Si lo material, lo físico, no fuera importante, no tendríamos nuestros cuerpos y sólo existiríamos en un nivel más sutil del ser. Pero habitamos un cuerpo humano y estamos en esta dimensión densa del ser aquí en este planeta. Eso no es ni una maldición, ni un pecado, ni una prisión, ni una carga. Que lo entendamos como tal es lo que las religiones, filosofías y conceptos esotéricos nos han hecho creer. La programación de estos diversos canales ha oscurecido el conocimiento de la gente sobre la envergadura y efectividad de la actividad física del cuerpo y de la existencia física en general. El oscurecimiento de esta verdad central afecta naturalmente a la danza, así como a todas las actividades en las que lo físico desempeña un papel importante.
Llegados a este punto, surgen algunas preguntas.
¿Por qué se han destruido y erradicado sistemáticamente todas las danzas que celebran acontecimientos humanos centrales, que promueven la conexión con la naturaleza y la fuente espiritual del ser humano? ¿Por qué hoy en día sólo se conservan los aspectos de la danza que tienen como propósito principal el entretenimiento, la industria de la diversión, la distracción o el mero entrenamiento físico? ¿Por qué se promueven y representan casi exclusivamente sólo aquellos espectáculos de danza que suponen la repetición de coreografías de antaño? ¿Por qué la danza en general sólo es una pequeña parte del panorama cultural o, por decirlo de otro modo, una manifestación cultural para una minoría? ¿Por qué la danza no forma parte de la educación general? ¿Por qué se evita la educación sistemática relativa al cuerpo humano, su conexión con los aspectos energéticos del ser y la conciencia?
A medida que nosotros, como humanidad, recuperemos y asumamos el verdadero poder de la danza, se revelarán los secretos que se nos han ocultado durante mucho tiempo sobre la importancia fundamental del propio cuerpo y el uso del mismo para la gestión específica del mundo físico. El quehacer creativo, consciente e intencional a través del cuerpo humano en el plano material puede tener un impacto múltiple en todas las demás dimensiones del ser.
Una de las cosas que sé, es que cuando el ser humano utilice su corporeidad, imbuida de energía, conciencia y espíritu, sus auténticas capacidades crecerán enormemente y su propio potencial se desarrollará exponencialmente. Así es como entiendo mi actividad en la danza, como una forma de potenciar la labor a nivel físico, energético, consciente, creativo, artístico y espiritual y de desplegar el verdadero Ser Humano, el Ser Co-Creador que somos. Hay ciertamente muchas maneras diferentes de conseguirlo. Mi camino es la danza, el movimiento, la comprensión profunda del cuerpo humano, en una comunicación transparente con otros seres humanos y con todos los seres que habitan este planeta.